domingo, 24 de mayo de 2015

EL MITO DEL VAMPIRISMO, AYER Y HOY.

Por Dioni Arroyo

Hablar de Vampirismo es nombrar un mito ancestral, una creencia que se ha mantenido latente a lo largo de la historia y que apenas ha variado, a pesar del auge del racionalismo que se impuso con el siglo de las Luces.


     Podemos decir que la Toráh judía ya menciona a Lilith como la primera mujer de Adán, quien estaba destinada a ser su fiel seguidora, su fiel esposa, sumisa y obediente. Le cautivó con su belleza para después rechazarle y escapar en busca de la libertad y con el deseo de yacer con otros hombres, por lo que Dios la desterró y castigó para siempre, decidiendo sustituirla por Eva, que ya aparece en el Antiguo Testamento y cuyo rol pasaba por aceptar el incipiente patriarcado y asumir una actitud condescendiente. 


      Lilith viajó al Mar Rojo, donde conoció otros hombres y se sació de su sangre para incrementar su poder y su hermosura. Tal vez sea la primera vez en la historia, donde un texto escrito menciona el hecho de beber sangre humana para conseguir determinados fines. En la mitología judeocristiana, la sangre es el sagrado lugar en donde reside el alma, y no les falta razón: la cadena del ADN se halla en todos y cada uno de los glóbulos rojos. Jesús de Nazareth ofreció su sangre como dádiva simbólica para entregar una parte de sí mismo, y que los creyentes alcanzasen la vida eterna.


      Pero hay más ejemplos paradigmáticos: los sumerios, habitantes de la primera civilización que se conoce y que prosperó en el actual Irak, nos legaron la primera escritura de la humanidad, la cuneiforme. Sus misteriosos trazos se hallan dibujados en tablillas de barro y arcilla, en los cuales encontramos un personaje mitológico, un ser alado que se denomina Lamasthu. Era una mujer de singular belleza, que bebía sangre de inocentes niños para prolongar su belleza, su poder y su afán de libertad absoluta. Los hombres la invocaban y regresaba a la vida con cuerpo de ave rapaz, con garras en vez de piernas pero con una belleza embrujadora debido a la ingesta de sangre humana.


      Hasta ahora todo es ficción, y a los ojos de la razón, pura fantasía. Pero hay algunos elementos que han despertado el interés de antropólogos y médicos. Cuando se habla de estos seres, también se menciona a sus antepasados y a su linaje aristocrático. Naturalmente los padres eran hermanos, igual que los abuelos. Estos linajes incestuosos, esta endogamia manifiesta, era la única forma de perpetuar la pureza de la sangre y no ensuciarla con otros seres mediocres de las demás castas. Por lo que generación tras generación, la sangre se fue empobreciendo, cuya consecuencia fue que las porfirinas no podían traspasar el caudal de oxígeno a los glóbulos rojos, lo que otorgaba a la piel una palidez  extrema, fotosensibilidad y una tonalidad excesivamente azulada; tal vez por ello a los aristócratas europeos se les denominase "gente de sangre azul", y aunque se ocultaban, todos conocían la endogamia de sus antepasados. Provocaba muchos problemas de salud, que se engloban en el "mal de Gunther" o Porfiria, todo un cúmulo de dolencias, una caja de Pandora arriesgada de abrir. La ausencia de porfirinas, provocaba escasez de riego sanguíneo en las encías, y los dientes acababan siendo como alfileres, puntiagudos y afilados. 


       El sol quemaba la delicada piel, y sus genes recesivos impedían la asimilación de determinadas verduras y hortalizas, como el ajo, naturalmente. El cerebro segregaba menos serotonina, por ello, todos los personajes vampíricos de la historia han sido tipos taciturnos, melancólicos, incapaces de expresar alegría, psicodepresivos hasta la extenuación. Y avanzando en la historia hallamos a Erzsebet Bathory en Hungría, mujer obsesionada por la sangre y por las supuestas virtudes que proporcionaba, tal vez como remedio a su degradada sangre, porque si algo suele ser común en las personas que padecen algunos de estos males, es que el cuerpo cada cierto tiempo les exige sangre, lo que logran mediante transfusiones que en aquella época eran imposibles. También encontramos a Gilles de Rais, aristócrata del Renacimiento y que luchó junto a Juana de Arco, que bebió la sangre de más de trescientos niños, por lo que fue procesado y torturado. O el depravado Henry Fitzroy, fallecido con dieciséis años, tal vez de tuberculosis o carbunco, o incluso la rabia transmitida por algún murciélago, y que necesitaba beber sangre humana para mantenerse con vida. 


       Lo más probable es que estas personas padecieran enfermedades no diagnosticadas, y por sus características, a lo largo de los siglos alimentaron el mito del vampirismo. Desde la literatura se indagó en comprender las causas de porqué causaban tanto estupor como atracción, e incluso seducción, pues a estos individuos se les atribuían poderes parapsicológicos y una enorme capacidad sexual.


       Fundamentalmente la clave está en que el vampiro ofrecía y hacía realidad tres grandes deseos que siempre han anidado en el corazón de los hombres: un obsesivo afán de libertad absoluta, el conseguir un poder ilimitado y sobre todo y ante todo, el don de la inmortalidad. Se suponía que estos individuos conseguían los tres anhelos humanos bebiendo sangre humana, una forma de absorber el alma de sus víctimas para hacer realidad sus sueños. Y la literatura supo transmitir el lado poético y místico de este conjunto de dolencias, con grandes ejemplos entre los que destaco:"El Vampiro" de Polidori, "Olalla" de Stevenson, "Carmilla" de Sheridan Le Fanu, "La muerte enamorada" de Gautier o "Drácula" de Stoker, contribuyeron a revitalizar el mito en la oscura época del romanticismo.


      Las últimas décadas hemos asistido expectantes a un verdadero y renovado auge del mito en la literatura, con auténticas joyas que recomiendo cariñosamente: "Drácula, el no muerto" de Drake Stoker e Ian Holt,  "El alma del vampiro" de Poppy Z. Brite,  "El misterio de Salem´s Lot" de Stephen King, las crónicas vampíricas de Anne Rice, "Déjame entrar" de Jhon Ajvide Lindqvist, y en lengua española, encontramos la obra gótica ambientada en Escandinavia"En el umbral del bosque", del argentino Patricio Sturlese, o "Vampyr", de la escritora colombiana Carolina Andújar. Desde Venezuela nos llega "Animales nocturnos" de Valeria Marcón, y en nuestro país, tal vez lo más reciente sea "La Baronesa" del gran Ralph Barby,  y a caballo entre el drama y la comedia no podemos olvidar "Verano de miedo", de Carlos Molinero. Con toda la humildad, también añadiría mi novela "El sabor de tu sangre", a la que la crítica está tratando muy bien. He de reconocer que en nuestro país no abundan los títulos de narrativa gótica de vampiros, a diferencia de lo que sucede en el mundo anglosajón. 


       De lo que no nos cabe duda, es que se trata de un mito al que le espera una larga vida... de hecho creo que no morirá nunca...

miércoles, 13 de mayo de 2015

LA EDAD DE ORO DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA


El pasado mes de noviembre tuve el honor de participar en uno de los Festivales Internacionales de Literatura más emblemáticos, el GIBUNCO, en Gibraltar. Unos sesenta escritores anglosajones y cinco españoles, presentamos nuestras obras y participamos en tertulias donde la narrativa fue la gran protagonista.


       Reconozco que la literatura de género fue testimonial y anecdótica, aunque compartí algunos momentos estelares con Kate Mosse, intercambiando su “Labyrinth” con mi distopía “Metanoia”, y disfruté de una charla de lo más interesante con el escritor y periodista anglo-indio Turku Varadarajan, apasionado lector de ciencia ficción. Y me planteó una cuestión difícil de responder: quién era el Isaac Asimov español, y en qué situación se encontraba la literatura y cine de género en nuestro país. Me vi obligado a reflexionar porque debo admitir que carecemos de un equivalente semejante a Asimov, y es que, si somos sinceros, en nuestra dura y amarga transición, aquí se valoraba el realismo dramático de Delibes, Cela o J.Sender, lo que no deja de ser curioso, porque en aquellos mismos años, en Polonia, se devoraban las obras de Stanislav Lem o Andrezej Ziemianski, pura ciencia ficción, algo inaudito en España.


        Las razones tal vez sean obvias si analizamos los prejuicios culturales, los estereotipos que arrastraba una literatura especulativa y de anticipación considerada pulp y de segunda categoría, y la tradición totalitaria de nuestras autoridades políticas y culturales. Digamos que no había cabida para la fantasía, aunque para ser justos, debemos nombrar con orgullo a Domingo Santos, Rafael Marín, Jordi Serra i Fabra, Carlos Saiz Cidoncha o Jorge Campos entre otros muchos, que lucharon –y siguen luchando- en tierra hostil por dignificar este género y elevarlo a la categoría de literatura con mayúsculas.
        Mucho ha llovido desde entonces y demasiadas novedades han diversificado este complejo e imprevisible género, como la aparición del steampunk (retrofuturismo) en los años ochenta de la mano de Tim Powers, Blaylock o Jeter, o el cyberpunk o transhumanismo que inaugura William Gibson, que se suman a los ya clásicos subgéneros de las distopías, ucronías o space opera, entre otros. Estamos ante un género que sigue revolucionando la literatura y ampliando su fandom a nivel mundial.



         Y afortunadamente nuestro país y nuestra lengua no son una excepción. Estos últimos años estamos asistiendo a una verdadera revolución, por lo que podemos afirmar sin titubear, que la ciencia ficción española ha llegado a su mayoría de edad, y no exagero si afirmo que estamos iniciando una verdadera Edad de Oro.
          Han contribuido a este cambio algunos festivales de gran prestigio, como el Celsius 232 de Avilés, el Festival de Fantasía de Fuenlabrada o el Hispacon, donde se presentan las novedades de literatura de género tanto españolas como internacionales, impulsando el intercambio cultural, la entrega de premios y la dignificación de los escritores que con nuestros textos, intentamos contribuir a que cada día se lea más ciencia ficción y se supere el estereotipo de “marginal sector de friquis y mitómanos”, y sea respetado y valorado como un estilo más.


           Y este año 2015 ha empezado muy pero que muy fuerte. Importantes escritores consagrados están contribuyendo a enaltecerlo con su notable producción. Rosa Montero acaba de publicar “El Peso del Corazón”, una prometedora obra que continúa el éxito de “Lágrimas en la Lluvia”, o José Carlos Somoza sobre las consecuencias de la realidad virtual en “La Cuarta Señal”, o Ángel Luis Sucasas con los cuentos de “La Tercera Cara de la Luna”, y mención aparte se merece la ucronía steampunk  “La República Pneumática” de Jaume Valor Montero, ambientada en el antiguo imperio romano, o la ucronía “Memoria de Tinieblas”, el último Premio Ignotus que ha recibido merecidamente Eduardo Vaquerizo. Hay que resaltar  las dos antologías steampunk de Las Fábulas de Albion “Retrofuturismos. Antología Steampunk”, que junto a la “Antología Steamgoth” de la editorial Saco de Huesos, están sorprendiendo gratamente a todos los expertos y críticos literarios.
          Pero hay más antologías, porque “Mañana Todavía” es un conglomerado de distopías de gran calidad para seducirnos con un subgénero que sigue dando mucho de sí, o la tercera y exitosa entrega de “Terra Nova”.
          No quiero olvidar  a autores plenamente consolidados como Jesús Ferrero y su “Doctor Zibelius”, o la filosófica trilogía de Jorge Carrión de la que ya hemos degustado su segunda entrega, “Los Huérfanos”. Tampoco quiero obviar “El Dirigible”, de Joseph Remesar, reflejando el increíble interés que suscita el steampunk en nuestro país, y no digamos del exquisito gusto por el mundo victoriano, dominado por máquinas de vapor que dibuja la trilogía de Félix J. Palma que culmina con “El Mapa del Caos”.
          Pero nuestras escritoras no se quedan atrás, y también hay que resaltar una interesante antología femenina con “Alucinadas 2014, o “Máquinas del Tiempo” de Nina Allan, y otras muchas, que como Cristina Jurado, Laura Fernández, Liliana Galvanny, Noemí Sabugal o Sofía Rhei, están superando la creencia tradicional de que este era un género dominado por hombres.
          El subgénero postapocalíptico está muy bien representado con Carlos Sisí y Manel Loureiro, y la ciencia ficción hard, con Miguel Santander, por lo que la lista sería interminable.
          Y si la literatura no para de sorprendernos con tantas novedades del último año, el cine no se queda atrás. Nacho Vigalongo, Carlos Atanes o Álex de la Iglesia, llevan años abriendo nuevos espacios, por el que también contamos con Kike Maíllo con su laureada “Eva”, toda una joya de ciencia ficción social y humanista, o la novedosa “Autómata” dirigida por Gabe Ibáñez. Y la última sorpresa nos ha llegado de la mano de la televisión, con la Primera Temporada de la serie “El Ministerio del Tiempo”, paradojas temporales, recreaciones históricas muy cuidadas y un argumento que no está dejando indiferente a nadie. Y ahora nos llega “Refugiados”, en colaboración con la BBC, en la que los viajes en el tiempo vuelven a tener un papel protagonista.


            La Ciencia Ficción española inicia su Edad de Oro, la mayoría de edad tan esperada, poniéndose a la misma altura que otros países europeos o el mundo anglosajón. Ahora solo falta que este cambio lo perciban los lectores y se sumen con nosotros a este apasionante viaje de imaginación sin límites.





sábado, 9 de mayo de 2015

DON QUIJOTE EN LA GUERRA. FANTASÍA QUE PUDO SER HISTORIA, de Elías Cerdá.


Quisiera dar las gracias a la Editorial Libros Mablaz por el ejemplar que he disfrutado estos días. Su título os llamará la atención, porque es más que sugerente y atractivo: “Don Quijote en la guerra”.
   Si os gusta la ciencia ficción y la historia, no podéis perder la oportunidad de leerlo, no os dejará indiferentes.


   El libro se escribió en 1915, durante el primer año de la llamada Gran Guerra, conflicto que enfrentó a las más importantes potencias coloniales europeas hasta acabar convirtiéndose en un conflicto internacional. Elías Cerdá, un valenciano nacido en 1874, se dedicó al periodismo buena parte de su vida, y tal vez por ello, el tono de la novela parezca una crónica de sucesos, con una redacción cuidada y muy estilizada, acentuando su contribución pedagógica –había estudiado la entonces carrera de Magisterio-, para desarrollar una serie de argumentos que invitan a comprender que las guerras nunca son la solución.


  “Don Quijote en la guerra” es un rara avis, un extraño documento gráfico fuera del contexto literario de la época, una joya que nos traslada a una historia que afortunadamente nunca existió. Se trata nada menos que de una ucronía, es decir, una novela histórica alternativa, del mismo modo que otros autores españoles han especulado sobre el triunfo republicano en la guerra civil, o sobre nuestra participación en la II Guerra Mundial. Pero “Don Quijote en la guerra” es muy anterior, por lo que nos encontramos ante un ilustre precedente.


     "Don Quijote en la Guerra" es un tesoro que no debéis dejar escapar y que invita a la reflexión, a la recuperación de la memoria perdida, y a profundizar de manera amena y curiosa, en unos acontecimientos que nos descubren una etapa de nuestro pasado que apenas recordamos.
    Hay que dejar claro que España se mantuvo al margen de la I Guerra Mundial… pero, ¿qué hubiera pasado si intervenimos? ¿Hubiéramos tenido personajes más parecidos al Cid Campeador, o al Quijote? ¿En qué situación nos encontraríamos al final de la contienda? ¿Hubiésemos inclinado la balanza?


    Demasiadas preguntas que no pienso responder, hay que mantener la magia argumental. Un dato curioso que pudo ser real: el 20 de septiembre del 1914, las tropas germánicas bombardean la catedral católica de Reims, en la que se parapetan militares franceses. La prensa española de la época partidaria de nuestra intervención, aprovecha ese hecho para insistir en que el Káiser es un dragón apocalíptico que quiere arrasar todos los templos. Inmediatamente Lerroux telegrafiará a Romanones indignado por el hecho, reclamando que es suficiente para “declarar la guerra a veinte imperios. Entonces, ¿a qué esperamos?”
    Este  hecho imaginado y singular, es donde encontramos el Punto Jonbar, usado por España como pretexto para tomar la decisión de entrar en la guerra y desafiar a las poderosas tropas alemanas. A partir de ese momento, nos encontramos ante una historia alternativa apasionante y deslumbrante, un viaje en el que nos debemos dejar conducir por la destreza lingüística y estilística de este mago de la palabra, que nos seduzca en la gran fantasía en la que  imaginarnos qué hubiese sido de nosotros.


    Como datos alarmantes, la descripción de la destrucción de Vigo ante el empuje de los acorazados germánicos, y a partir de ese hecho, toda una serie de violentas batallas, asedios y escaramuzas ante el brumoso gas nervioso que se vertía indiscriminadamente sobre la población civil.


    En definitiva es un libro ágil y de lectura sencilla, con capítulos cortos, con un innegable y elegante estilo periodístico que le otorga dramatismo y verosimilitud. Es una oda, un canto airado de protesta a la guerra y a todo lo que significa, una llamada de atención para que a nadie se le ocurriera introducir a nuestro país en aquella locura en la que se lidiaron intereses ajenos a nuestro territorio, como la tradicional disputa entre Alsacia y Lorena, y numerosos puntos geográficos del Este de Europa.  Una respuesta contundente y estremecedora, a los que, en aquella época, anhelaban nuestra participación.

   Hay que agradecer a la Editorial Libros Mablaz, que sea de las pocas de nuestro país que se ha lanzado valientemente a la recuperación y reedición de libros de ciencia ficción primitiva, de verdaderos clásicos de los que tenemos derecho a disfrutar, de eso que llamamos la Protociencia Ficción, un género que debemos cuidar y fomentar.
    Ha sido un gran acierto la edición de Ricardo Muñoz Fajardo, con numerosas anotaciones que permiten ampliar la información que deseemos, así como de abundantes fotografías reales de la época, un verdadero tesoro etnográfico que nos invita a sumergirnos y especular de la mano de Elías Cerdá.


   Os invito encarecidamente a leer este librito que por otra parte es bastante breve, porque va a ser todo un emocionante descubrimiento de la misma forma que lo ha sido para mí. Una pieza única, un antecedente de un género literario que cada día despierta más interés.  

   Para vuestro interés, aquí tenéis el enlace al catálogo de Libros Mablaz:



viernes, 8 de mayo de 2015

LA PROTOCIENCIA FICCIÓN, ESA MISTERIOSA CRIATURA DIVERGENTE.

         Los últimos años estamos asistiendo al auge del género fantástico, eso que en ocasiones se suele denominar literatura y cine de género, y que engloba tanto la fantasía, la ciencia ficción y el terror.
       Da la impresión de que con las crisis, la sociedad demanda ficción y evasión para olvidar los problemas cotidianos. Pero si arañamos e investigamos los aspectos culturales, observaremos otras causas más plausibles: la literatura siempre refleja el estado de ánimo de los pueblos, es una muestra bastante objetiva del latido cultural y vital de determinada sociedad, podría ser la prolongación de sus esperanzas e ilusiones. Por ello, y en el caso de la ciencia ficción, que intenta especular con ideas no factibles en el momento actual, posee un intrínseco valor para calibrar la capacidad de imaginar quimeras de una sociedad. Cuanta más ciencia ficción desarrolle una civilización, más espacios de imaginación y libertad se permiten, y dependiendo de lo lejos que lleguen sus creativos autores, simbolizará la altura de miras de sus pueblos.




     En España la ciencia ficción no ha conocido la popularidad de la que goza en el mundo anglosajón, de la misma forma que nuestras inversiones en I+D no se pueden comparar con la de estos países, ni la consideración que se tiene de los investigadores, inventores, escritores o intelectuales. Con esto solo deseo realizar una crítica constructiva y cariñosa de cómo deberíamos enfocar esta cuestión para ser un pueblo mejor, más libre, tolerante y avanzado.
       Y hablando de la ciencia ficción, género que junto al terror gótico son los que dominan mi mucha o poca creatividad como escritor, hay un subgénero del que se habla muy poco en España, y ya va siendo hora que se le resucite para conocerlo y disfrutar del mismo. En otras ocasiones he escrito muchas páginas sobre las distopías, ucronías, retrofuturismo y steampunk, el transhumanismo o ciberpunk, la ópera espacial y lo postapocalíptico, todos ellos subgéneros de la CF. Pero hasta ahora no había hablado de la protociencia ficción. Y aquí va mi humilde aportación para divulgar su conocimiento.

        Entendemos por protociencia ficción o CF primitiva, las distintas obras literarias anteriores a H.G. Wells, Jules Verne o Mary Shelley. Es decir, el estilo narrativo de anticipación o ficción científica, que se ha escrito a lo largo de la historia y que goza de un extraordinario reconocimiento, estudio y compilación en otros países europeos por su alto valor etnográfico para comprender la imaginación humana a lo largo de los siglos.
       Y todas las culturas nos sorprenden con este enigmático subgénero. Las tradiciones orales judías, nos hablan del Golem, un ser con vida propia construido de materia inanimada que protegía a las familias judías en sus hogares, como un fiel perro guardián. El Mahabhárata hindú, uno de los textos más antiguos de aquel pueblo, nos mencionan ingenios voladores como cohetes donde hombres azules volaban en su interior, y en el mundo clásico grecolatino, hallamos a Dédalo, padre de Ícaro, que construía estatuas de madera con capacidad para moverse solas, al modo de los autómatas o los modernos robots.




      Al margen de estas tradiciones y mitos, deberíamos iniciar nuestra selección con Luciano de Samosatra, quien en el siglo II escribe “La Historia Verdadera”, una novela breve en la que un barco arrastrado por el agua viajará hasta la Luna. El proyecto más ambicioso del hombre tal vez haya sido alcanzar la Luna, pues escritores bastante más populares como Cyrano de Bergerac –“La historia cómica de los Estados e Imperios de la Luna”- o el Barón de Münchausenn, trataron este tema en numerosos cuentos a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En nuestro país, Diego Torres de Villarroel, publicará el Viaje Fantástico del Gran Piscator de Salamanca en pleno siglo de oro de la lengua española.
       Pero quizás la novela de más calidad sea “Somnium”, de Johannes Kepler, sobre diversos viajes a nuestro satélite y las impresiones que ello generan.
      También nuestra obra más célebre, “El Quijote”, en un bello y elegante capítulo de su segunda parte, leemos la existencia de un caballo de madera, el “Clavileño”, un extraordinario invento volador, en el que se pueden controlar sus movimientos gracias a una clavija en la cabeza. Ingenio ilusorio con el que se burlarán de nuestros célebres protagonistas.




       Con el inicio del Renacimiento deberíamos no olvidar a Tomás Moro, quien con su “Utopía”, nos describirá una ciudad perfecta en la isla que lleva su mismo nombre. Me gustaría añadir “El Viaje Espacial”, cuento incluido en “Micromegas” de Voltaire, en pleno siglo de las luces.
       Mención destacada se merece la escritora aristócrata inglesa Margaret Cavendish, autora de “La descripción de un nuevo mundo”, sobre la existencia de una civilización en el ártico, o su relato “Called the new blazing World”.





       Este artículo solo es un esbozo de la abundante literatura que los escritores han desarrollado para sorprendernos con mundos inquietantes, viajes asombrosos, descubrimientos o inventos impensables, que a veces nos podrían resultar ingenuos a los ojos del siglo XXI, pero qué duda cabe, demuestran que en su época fueron inclasificables, rechazados por no encajar con los cánones de la época, incomprendidos y provocadores; en una palabra, divergentes.
       Afortunadamente soplan vientos de cambio y esperanza en nuestro país, y es de agradecer y reconocer, el extraordinario mérito que se merecen editoriales como Libros Mablaz, por sus esfuerzos en publicar protociencia ficción, y que en su catálogo nos podamos encontrar con joyas literarias de incalculable valor como “La historia verdadera” de Luciano de Samosatra o “El viaje fantástico del Gran Piscator de Salamanca”, y la firme decisión de su editor, de seguir publicando estos textos para recuperarlos del olvido y dignificarlos con un solo objetivo: que podamos disfrutar de la mejor literatura de género del pasado.
        Con esta editorial contamos con un importante referente para conocer más de cerca este subgénero literario de CF, que cada día cuenta con más fieles adeptos.